En su condición de cubana esta muchacha ha renunciado a una existencia mucho más tranquila en función de un sacrificio. Mary pudiera haber elegido una profesión menos traumática pero no, optó por ser periodista. Tiene solo 28 años, apenas sin tiempo para disfrutar de su belleza y juventud. Entonces allí, esta ella, la joven periodista, sentada en el piso frío, tan presa y a la vez tan libre en lo irracional de su encierro, en esta Cuba nuestra de lo absurdo, donde un régimen oprobioso encarcela los sueños, porque tiembla ante la verdad de un pueblo informado.Įs cierto que la vida continúa y nosotros nos movemos con ella, pero Mary Karla, colega del boletín Amanecer Habanero, es la constante de mis meditaciones. Hasta donde alcanza la vista veo al ave surcando el cielo, símbolo antiquísimo de libertad quizás fue el contemplar el batir de sus alas no sé, nadie puede entender los laberintos de la mente que te transportan por senderos de sosiego y quietud hasta la atmosfera dantesca de una celda. La tarde avanza y en el cielo azul vuela una paloma. Reportando el crimen, donde el periodismo comienzaĪ los pies de una palma estoy sentada.
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